El ser humano está constituido por un soporte físico o material, el cuerpo, el pensamiento o lo racional, las emociones y sentimientos y la espiritualidad.
Sostengo aquí que el hombre del siglo XXI es un hombre deslavazado, sin cohesión en sus partes porque vive de espaldas a una de ellas, la espiritualidad y que forzosamente el homo deslavazado tiene que evolucionar a otra forma de humanidad, más cohesionada en su individualidad y en el grupo:
El homo deslavazado ha de dar paso al homo espiritual, CONSCIENTE como única forma alternativa que tenemos como especie de permanecer.
Si analizamos la manera en que cada una de las partes que forman el ser humano se integran en el todo, observamos que el cuerpo, lo material, constituye un elemento fundamental. Sin cuerpo no hay vida en este plano de la realidad.
A cuidar nuestro cuerpo de forma óptima dedicamos múltiples esfuerzos desarrollando técnicas cada vez más perfeccionadas que nos permiten atajar enfermedades y mantenernos sanos, vigorosos y bellos el mayor tiempo posible.
Es fácil caer en generalizaciones, pero se me hace evidente que en esta sociedad que tenemos actualmente el cuerpo y sus cuidados se han convertido en una parte hiperdesarrollada. Clasificamos a las personas según su apariencia externa; gordos, delgados, altos, bajos, guapos, feos, calvos………. Y muchas veces nos quedamos en eso solamente. No somos capaces de ver en los demás, ni en nosotros mismos más allá del cuerpo físico.
Esta visión materialista del ser humano en nuestra sociedad occidental nos posiciona ante la enfermedad, y sobre todo ante la muerte con miedo y temor. Vivimos de espalda a ese final inevitable que conlleva el estar vivo. No se habla de la muerte. Pensamos que con la desaparición de nuestro cuerpo desaparecemos en nuestra totalidad y sentimos miedo y angustia ante la desaparición inevitable de nuestro cuerpo físico.
En gran medida, para el beneficio de esa parte física o material de nuestro ser hemos colonizado el planeta Tierra y sometido y aniquilado gran cantidad de otros seres vivos que habitaban en él. Los casi 8000 millones de seres humanos que poblamos el planeta hemos esquilmado en un periodo corto de tiempo, desde la revolución industrial, los recursos del mismo hasta el punto de poner en peligro nuestra propia permanencia como especie en el planeta y, como ya dije, haber acabado con otras especies animales y vegetales.
También nuestra realidad social, está impregnada de ese posicionamiento materialista, ya que situamos en un lugar predominante de nuestra escala de valores las posesiones materiales.
Tanto tienes, tanto vales dice el dicho popular y gastamos tiempo y esfuerzos en acumular bienes materiales que nos hacen sentir seguros y poderosos. Coche, casa, ropas, lujos nos definen a nivel social. El que carece de medios materiales o no es productivo es, relegado en la escala de la valoración social a los peldaños más bajos.
Nuestra parte racional también está hiperdesarrollada.
El pensamiento cartesiano, cogito ergo sum, y el posterior desarrollo del método científico nos posiciona en el mundo de una determinada manera en la que sólo es verdad lo que puede pasar por el filtro de la razón o ser comprobado con el método científico.
Lo no comprobable o contrastable no existe para el pensamiento científico que hemos abrazado en nuestra sociedad occidental. Ignoramos esa premisa que debe presidir cualquier forma de acercarse al conocimiento y a la verdad: que la ausencia de evidencia no es evidencia de ausencia.
Vivimos de espaldas a esa otra realidad no visible con nuestros sentidos humanos y no comprobable con los instrumentos científicos de los que disponemos actualmente.
Así, rechazamos como paparruchas e invenciones sin consistencia todo aquello que no lleve el sello de admitido por la ciencia del momento. Se consideran terrenos cenagosos y peligrosos si nos alejamos de la forma de entender y organizar el mundo que la razón nos determina o que la ciencia avala.
Al asomarnos a los medios de comunicación encontramos multitud de situaciones que ejemplifican mis palabras y que suelen tener en común la mofa o el repudio con la que se trata a las personas o grupos que tienen y muestras opiniones y comportamientos que se alejan del canon aceptado por la mayoría social.
Nuestra parte racional mantiene también una alta valoración en la escala social.
Otra parte constituyente del ser humano es la parte emocional.
Emociones y sentimientos surgen en nosotros ante la realidad física y social y nos mueven en una dirección u otra. Percibimos así, nuestras emociones y sentimientos como fuente de bienestar y felicidad, pero también de desasosiego y sufrimiento.
El ser humano se encuentra inmerso en un mundo que no siempre sabe manejar o dar respuesta. Nos sentimos, muchas veces tambaleantes, sin asideros.
Nuestra parte emocional nos da la señal de alarma de que algo no funciona correctamente, de que nuestro posicionamiento en el mundo no se sostiene con los soportes materialistas y racionales que hemos adoptado. Sentimos que estamos deslavazados, sin cohesión.
Y, si seguimos sordos y ciegos ante esas señales, nuestro cuerpo también nos acaba diciendo con enfermedades y dolores que algo está fallando en nosotros.
Proliferan últimamente multitud de técnicas, terapias y grupos que pretenden ayudar al respecto: terapias psicológicas, talleres de inteligencia emocional y crecimiento personal y libros de autoayuda. Abundan también los gurús que nos prometen la felicidad instantánea, la riqueza, el bienestar o todo lo que queramos.
Y realmente considero que a través de estas puertas el ser humano encuentra alivio a su malestar emocional, pero son, a mi modo de ver, solo una primera cura. El ser humano seguirá deslavazado e inmerso en un mundo caótico si no presta atención a su parte espiritual, si no descubre todas sus partes.
La espiritualidad es en si misma parte esencial del ser humano y a la vez, la argamasa que une y da coherencia a sus otras partes transformando al homo deslavazado en un homo cohesionado, que se sabe completo en si mismo y parte también de una realidad superior no visible e inmaterial.
La espiritualidad es concebirnos a nosotros mismos como algo más que la materia que constituye nuestro cuerpo y entender la realidad como algo más que lo que la razón o la ciencia nos permite percibir.
Es saber que somos también energía ( o alma si lo queremos llamar así) y que estamos inmersos en un mundo pluridimensional no perceptible con nuestros sentidos materiales.
La espiritualidad es abrir la puerta a miles de universos invisibles y a la vez es el anclaje a esta realidad de una forma positiva, porque sabemos ya que tenemos en nosotros la esencia divina del Creador, que somos algo más que el cuerpo físico.
Es, en definitiva, pasar de ser el homo deslavazado al homo consciente.
Cuanto más avanzamos en nuestra consciencia más sabemos que además de los diferentes órganos y sistemas corporales estamos dotados de un sistema energético que nos permite tener acceso a otras realidades.
Sabemos también que todas las partes que constituyen nuestro ser están interrelacionadas y que la parte espiritual, energética es de vital importancia para el funcionamiento de las otras.
Entendemos que vivimos en un mundo dual, porque tenemos limitada nuestra percepción, pero que a medida que aumentamos la consciencia nuestra percepción se amplifica y vemos la artificialidad de la dualidad, de lo bueno y de lo malo. Todo en el universo ES, sin dualidades.
Comprendemos que somos más que nuestra parte material finita, que la muerte sólo es una puerta en el camino de nuestra vida y que la hemos atravesado muchas veces en ese empeño de nuestro alma de experimentación y perfección. Y, que al final del viaje alcanzaremos la unión con el Todo, con el Creador.
El homo consciente, inevitablemente, no puede continuar con las formas de vida del homo deslavazado:
Mira a sus semejantes y a los demás seres que pueblan la tierra sabiéndolos también poseedores de la esencia del Creador y se relaciona con ellos de forma respetuosa y amorosa.
Se mira a sí mismo como manifestación del Creador y vive su vida con respeto a su cuerpo y dando un sentido diferente a sus experiencias de vida más allá de la dualidad del bien y del mal.
El homo consciente no niega la ciencia pero sabe que existe otra realidad que la ciencia aún no puede atestiguar, por eso acude al médico pero también busca otro tipo de terapias que le ayuden en sus procesos de sanación y consciencia.
Es un ser equilibrado y armonizado en sus partes por la espiritualidad. Se siente en paz.
El homo consciente no hace la guerra ni destruye el planeta con los seres que lo habitan.
Si miramos a nuestro alrededor vemos el mundo que el hombre deslavazado ha creado, con desigualdades extremas entre los hombres, con exterminio de los otros seres vivos animales y vegetales del planeta, con guerras, con sobreexplotación de los recursos y destrucción de los mismos y con una hipertrofia de los valores materiales a costa de los espirituales.
También el homo deslavazado ha alcanzado grandes logros, no vamos a cargar las tintas sólo sobre los aspectos negativos, pero es que estos aspectos negativos son de tal magnitud que amenazan su propia supervivencia, por eso soy optimista y pienso que tenemos a la vuelta de la esquina el cambio, la transformación. De manera progresiva o abruptamente, pero no nos queda otra como especie que evolucionar al homo consciente y hacer tabula rasa de nuestra estancia en la Tierra.
Imelda Akasha
Análisis perfecto de la constitución del ser humano, del camino recorrido desde la separación de las partes que lo componen y la evolución a homo CONSCIENTE como esencia y manifestación del Creador.
'Muy interesante!