Hay situaciones en nuestra vida que nos llevan a reflexionar sobre quienes somos y a dejar atrás el adanismo que manteníamos hasta esos momentos y replantearnos, o comenzar a plantearnos, las concepciones que manteníamos sobre lo que somos, nuestra naturaleza y el destino de nuestra existencia.
Aunque a veces lleguemos a estas reflexiones como un mero acto intelectual suele ser el ejercicio de vivir el que resquebraje el velo de la ignorancia que manteníamos acerca del tema y se deshagan las creencias que manteníamos de que todo empieza con nosotros y de que lo que hubo antes en poco o en nada se conectaba con lo que somos ahora. El adanismo que mencioné anteriormente.
Empecemos por nuestro propio cuerpo.
Las características físicas que nos definen, el cuerpo que tenemos, cómo somos, no son fruto de nuestras decisiones conscientes, sino en un altísimo porcentaje, el resultado de la combinación de los genes que nuestros padres nos transmitieron en la concepción, siguiendo unas leyes de la genética que, por supuesto, están fuera de nuestro control y actuaron durante nuestra concepción y gestación sin intervención de nuestra voluntad ni de la de nuestros padres.
![](https://static.wixstatic.com/media/b94a98_0db887e4109344f0a5d5820cb002e3ea~mv2.png/v1/fill/w_980,h_980,al_c,q_90,usm_0.66_1.00_0.01,enc_auto/b94a98_0db887e4109344f0a5d5820cb002e3ea~mv2.png)
Alumbramos al mundo con un organismo que se irá desarrollando, en gran medida, conforme a la información genética y epigenética con la que se configuró,
Un día escuchamos, tiene los ojos azules como aquella tía abuela, o, es alta, baja, delgada, gruesa, guapa, fea, inteligente, torpe como tal o cual pariente.
Enfermamos de algo y lo primero que nos pregunta el médico es si algún familiar había padecido esa enfermedad, y así, de sopetón caemos en la cuenta de que no solo hemos heredado los bonitos ojos azules de nuestra tía abuela, sino también esa enfermedad que inesperadamente ha aparecido en nosotros y cuya propensión a desarrollar quizá desconocíamos.
Es más, estudios científicos están avalando que no sólo transmitimos los genes, sino también los marcadores que hacen que algunos de ellos se manifiesten o inhiban causando enfermedad.
La epigenética nos va desvelando así que también las condiciones ambientales en las que vivieron nuestros antepasados afectan a los genes, no modificando el ADN, pero sí haciendo que ciertas características de éstos se inhiban o se manifiesten.
![](https://static.wixstatic.com/media/b94a98_0e86857698b14faaa3e4db69e52bd41d~mv2.png/v1/fill/w_980,h_980,al_c,q_90,usm_0.66_1.00_0.01,enc_auto/b94a98_0e86857698b14faaa3e4db69e52bd41d~mv2.png)
Unas condiciones muy adversas de hambre o enfermedad vividas por nuestros padres en su infancia, aunque ya hayan sido superadas cuando nos concibieron a nosotros, van a afectarnos también en forma de esos marcadores epigenéticos que he descrito antes, aunque nosotros no vivamos esas condiciones adversas y, también, haciendo que las condiciones ambientales en las que nosotros vivamos hagan que esos genes se expresen.
Con todo esto, no quiero yo decir que no seamos para nada responsables de las condiciones de nuestro cuerpo. No cabe duda que tengamos las condiciones genéticas que tengamos, una vida sana y respetuosa con nuestro organismo va a incidir siempre de forma positiva en éste, solventando, en la medida de lo posible, las características que traía de fábrica, cuando éstas nos afectan negativamente.
Pero junto a estas ideas tan científicamente demostradas, sobre la genética y la epigenética, sitúo en el título de este artículo, las constelaciones familiares, a las que muchas personas tachan de pseudociencia pero que, según mi modo de ver, en otros ámbitos del ser humano, se rigen por patrones similares a la genética y a la epigenética.
![](https://static.wixstatic.com/media/b94a98_0db887e4109344f0a5d5820cb002e3ea~mv2.png/v1/fill/w_980,h_980,al_c,q_90,usm_0.66_1.00_0.01,enc_auto/b94a98_0db887e4109344f0a5d5820cb002e3ea~mv2.png)
Las constelaciones familiares, desarrolladas por Ben Hellinger, nos hablan de la dinámica familiar que se repite en una misma familia, es decir, de los patrones y estructuras en las relaciones familiares que se transmiten a cada uno de los individuos de la familia como esquemas cognitivos y afectivos que le afectan y determinan, en gran medida, su conducta.
Son muchas las publicaciones que abordan el tema de las constelaciones familiares, pero se hizo famosa la obra de Mark Wolynn Este dolor no es mío, en donde se aborda las consecuencias que puede tener en nuestras vidas conflictos familiares ocurridos con antepasados que ni siquiera conocemos.
Quien haya asistido a una sesión de constelaciones familiares sabe cómo por aparente arte de magia delante de la persona se escenifica el entramado familiar conflictivo no resuelto que le está causando dolor y desajuste en su vida, y del que toma conciencia y puede comenzar a sanar.
De la misma manera que aceptamos como nuestras las características que nos han configurado a través de la genética y epigenética hemos de aceptar como nuestras las transmitidas por nuestro entretejido social y emocional familiar, de ahí, que, aún estando conforme con el contenido del libro anteriormente citado, no considero acertado el título del libro ( Sí, ese dolor también es tuyo, digo yo), ni expresiones que he oído a algunas personas refiriéndose a que no vienen de ellas el miedo o la situación conflictiva que están viviendo, sino que vendrán de algún familiar.
El conflicto heredado de las familias, como los ojos azules de la tía abuela, o la propensión a desarrollar una enfermedad, o la inteligencia brillante son nuestros. Nosotros somos eso, o mejor dicho, ese es el equipaje con el que hemos venido y con ese equipaje hemos de desarrollar el camino de nuestra vida.
![](https://static.wixstatic.com/media/b94a98_2b292feccbc247f99e96943248aaaa93~mv2.png/v1/fill/w_980,h_980,al_c,q_90,usm_0.66_1.00_0.01,enc_auto/b94a98_2b292feccbc247f99e96943248aaaa93~mv2.png)
Así pues, no nos queda otra que abandonar la idea de que al nacer somos un libro en blanco que nosotros vamos a ir escribiendo a lo largo de la vida y sustituirla por la otra más ajustada, de que somos un capítulo, aún no escrito, de un libro que se comenzó a escribir con el inicio de nuestro linaje.
Sólo nos queda ya, si aún no ha llegado a nosotros, el entendimiento de que toda esa maravilla de arquitectura biológica, social y emocional no se ha hecho de forma aleatoria, sino que somos una pequeñísima parte del puzle de la Creación organizado por la Divinidad y en el que nosotros somos una pieza creada por él para formar parte de ese tapiz.
Cuando adquirimos el conocimiento y la aceptación de quienes somos, cuando nos vemos en todas nuestras dimensiones y con las fortalezas y debilidades con las que hemos sido alumbrados a la vida, podemos encaminar con tino el discurrir de nuestra historia vital.
Como ya dije antes, somos un capítulo de un libro que no iniciamos nosotros y venimos con muchas palabras escritas, pero en nuestras manos está cómo combinamos las palabras con las que venimos para que nuestro capitulo repita errores de páginas anteriores, o alumbre soluciones o ideas novedosas que redirijan la historia por unos derroteros que hagan de nosotros un capítulo transcendente y luminoso, para nosotros y para quienes nos lean.
![](https://static.wixstatic.com/media/b94a98_aab89472cc9946748c56fa0bec1838f3~mv2.png/v1/fill/w_980,h_980,al_c,q_90,usm_0.66_1.00_0.01,enc_auto/b94a98_aab89472cc9946748c56fa0bec1838f3~mv2.png)
Respondo así a la pregunta de ¿Quiénes somos? Diciendo que somos las características biológicas y de dinámicas familiares que han sido transmitidas por nuestros antepasados, pero también, seres espirituales, arquitectos del edificio que construimos con el material que se nos dio.
La forma en que afrontemos los avatares que la vida nos depare será, en última instancia, lo que nos haga únicos e irrepetibles en el dibujo de ese tapiz para el que fuimos creado, y configure la verdadera imagen de quienes somos.
Imelda Akasha
Profunda y preciosa reflexión de quiénes somos, la cual comparto. Impecable querida amiga